domingo, 25 de junio de 2017

ORATORES, BELLATORES Y LABORATORES.



En el siglo XI en determinados sectores de la intelectualidad europea, se perfila un corpus que pretende describir la realidad social del momento, ¿cuántas categorías sociales existen, quienes la integran o cuales son sus funciones?. Se trata de una creación intelectual, un modelo que en el fondo no se ajusta a la realidad social, aunque este modelo interpretativo se va a repetir durante los siglos posteriores (la Sociedad Estamental de la Edad Moderna).

Dos obipos del siglo XI, Gerardo de Cambrai y Adalberón de Laón, los que organizan la sociedad de la época, en base a tres términos acuñados por ellos mismos: Oratores, Bellatores y Laboratores. Una división tripartita que se mantuvo durante el resto de la Edad Media y la mayor parte de la Edad Moderna.

“[...] desde sus orígenes el género humano está dividido en tres, los oradores, los labradores y los guerreros [...] cada uno es objeto por parte de los otros de una solicitud recíproca.”
Gerardo de Cambrai.

“El orden eclesiástico no compone sino un solo cuerpo. En cambio la sociedad está dividida en tres órdenes. Aparte del ya citado, la ley reconoce otras dos condiciones: el noble y el siervo que no se rigen por la misma ley. Los nobles son los guerreros, los protectores de las iglesias. Defienden a todo el pueblo, a los grandes lo mismo que a los pequeños y al mismo tiempo se protegen a ellos mismos. La otra clase es de los siervos. Esta raza de desgraciados no posee nada sin sufrimiento. Provisiones y vestidos son suministrados a todos por ellos, pues los hombres libres no pueden valerse sin ellos. Así pues la ciudad de Dios que es tenida como una, en realidad es triple. Unos rezan, otros luchan y otros trabajan. Los tres órdenes vive juntos y no sufrían una separación. Los servicios de cada uno de estos órdenes permite los trabajos de los otros dos. Y cada uno presta apoyo a los demás. Mientras esta ley ha estado en vigor el mundo ha estado en paz. Pero, ahora las leyes se debilitan y toda paz desaparece. Cambian las costumbres de los hombres y cambia también la división de la sociedad.”
Adalberón de Laón: Carmen ed Rotbertum regem francorum.

Este esquema tripartito es una visión que responde a una concepción organicista de la sociedad, como si esta funcionase como un cuerpo humano (una concepción que ya podemos intuir en Platón). Este cuerpo estaría integrado por distintos órganos, cada uno de ellos con una función determinada y funcionando merced a la totalidad, el cuerpo. Esta idea no es original ni de Gerardo ni de Aldaberón, ellos fueron los primeros que le dieron forma y asignaron nombres, pero esta concepción se puede rastrear en el mundo judeocristiano, concretamente en San Pablo.

ORATORES.
Son los encargados de administrar los sacramentos, orar por las almas de sus convecinos y también de predicar la palabra de Dios. Con esas funciones los oratores son los encargados de que el resto de la sociedad encuentre la salvación eterna. Gerardo y Adalberón pusieron en primer lugar al clero, no podemos olvidar que ellos mismos eran hombres religiosos, y en ello subyace la idea de que el poder espiritual debe estar por encima del poder temporal (cualquiera que sea la forma que tome ese poder)

BELLATORES.
Su función principal (y casi única) es ser la espada de Dios (y de su pueblo), defender a toda la sociedad cristiana. Por este motivo los caballeros necesitan estar bien preparados físicamente, y esa preparación la consiguen por medio de las actividades cinegéticas y la participación en justas y torneos. Su objetivo fundamental es hacer la guerra y castillo y caballo son sus símbolos.


Tanto oradores como bellatores son grupos privilegiados, tendrán una consideracíon especial de su persona. Implica que sólo podrán ser juzgados por sus iguales, nunca por un inferior. El no tener obligación de pagar impuestos es otra de la ventajas de pertenecer a uno de estos dos grupos.

LABORATORES.
Los laboratores, como podemos deducir de su nombre, son los que trabajaban la tierra, y esa es, su razón de ser. Estos esforzados campesinos están obligados institucionalmente a mantener, con el sudor de su frente, a bellatores y oratores. Como orden social carecen de privilegios, pagan tributos, rentas, impuestos, diezmos, y además, sobre ellos recae (con dureza) todo el peso de una ley mayormente injusta.

Según esta visión de la sociedad, cada uno ocupa el lugar que le corresponde, y no debe existir ningún tipo de movilidad social. Esto a nivel teórico, pues la realidad social es mucho más rica, y ahí, en la vida real, sí que se producía cierta movilidad. Eso sí, dentro de unos límites.




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